Figura No 1. Shaman Jaguar, silk painting por Savanna, inspirado en el arte maya.Fuente: http://www.rupestreweb.info/jaguar.html |
Por
César Eliécer Villota Eraso.1
“La
oralitura y la tradición oral han permanecido ausentes de las historias
literarias en general y carecen de un análisis detallado acerca de sus
particularidades estéticas y la forma como se desarrollan sus procesos. Las
manifestaciones artísticas orales no han sido analizadas en el contexto
nacional en relación con sus especificidades respecto de la literatura escrita;
su estatus literario sigue en controversia y su postulación como literatura
está sustentada en una noción multicultural y pluralista, premisa fundamental
para reconsiderar los lineamientos de la literariedad”2. Diana Carolina Toro.
Colombia dentro de su
construcción social, política, económica, vivencial, cultural, reglamentaria, cívica,
ancestral y dinámica, se acompaña de unos imaginarios (porque no decirlo:
tácitos) enmarcados dentro de lo biodiverso, multiétnico y pluricultural. Así,
ésta tridimensionalidad, ha dado lugar al re-pensamiento y futura abolición del
significado de IDENTIDAD que desde muchos siglos ha invadido la mente de
antropólogos, historiadores, científicos, filósofos e investigadores literarios,
por cuanto funda su dinamización y experimentación en fuentes teóricas que
vinieron y vienen desde occidente, donde se ratifica –hipotéticamente- a la
homogenización como la única vía de alimentación de la memoria grupal.
Lo anterior se reafirma, debido a
que desde el descubrimiento, los españoles colonizadores y sus diferentes
comarcas se dedicaron a impulsar un proceso de “adoctrinamiento” con los
habitantes americanos -desde Centroamérica hasta Suramérica (Latinoamérica)-,
concentrándose únicamente en su bien económico expansionario, sin detenerse a
reflexionar sobre los elementos que podían ser
rescatados de las culturas presentes, perpetrando con esa realidad “imaginada
o utópica”, una hermandad entre los pueblos, una visión americana de corte
altruista, y con ella, dignificar el papel posterior del mestizaje, de la compenetración
de razas en el planeta. Alternando culturas para validar la DIVERSIDAD como la
fuente de aprendizaje, donde “todos aprendemos de todos y nadie le enseña a
nadie”,3 tal y como lo plantea Paulo Freire en su discurso sobre la educación
como práctica de la libertad.
Más adelante, esa contraposición
entre Identidad y Diversidad, se plantearía a lo largo de
más de cuatrocientos años, donde la imposición acarreaba consigo la esclavitud
de cuerpo y de pensamiento. En el texto
literario: Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano propone esa
gran hipérbole del Puente de Plata, que
va desde el ensueño de Potosí
hasta España.4 Permitiéndole a usted, amable lector, una reflexión profunda de
todas las implicaciones de los intereses del viejo mundo.
De hecho, así como es naciente este ejemplo, de la misma
forma hay otros que alimentan esa experiencialidad entre dos civilizaciones con
raíces y costumbres diferentes; la Leyenda del Dorado como los encuentros del
Inca Atahualpa y el Padre Valverde (en el Perú) y el encuentro entre Moctezuma
y Hernán Cortés (en México), son momentos históricos que dieron lugar a ese
enfrentamiento entre culturas, unas dominantes y otras en vía de dominación
absoluta.
No obstante, esos deseos de aprisionamiento, de adueñarse de
todos los bienes naturales (oro y plata en primer orden), que al fin de cuentas
son símbolos entregados por la pacha mama (madre tierra) se convirtieron en el
pretexto para entrar en un nuevo contacto social, en un nuevo orden de la vida,
una mayor riqueza, potencialidad y construcción colectiva, que en palabras de
Antonio Cornejo Polar (1994) será vislumbrada bajo el concepto de la
heterogeneidad cultural.5
Es esa premisa, la de heterogeneidad, es la comunicadora de
un sinnúmero de ejercicios de reconstrucción histórica de los imaginarios
colectivos, puesto que esa compenetración con los saberes populares y
ancestrales, nos dan la oportunidad de ejercer una nueva elaboración conceptual
del significado de nuestros pueblos, pero ¿Cómo sucedió esto?
La clave está en recordar que a pesar de la esclavitud, de
unos contra otros, el contacto de las costumbres, de las formas de vida, de la
música, de las artes, de las leyendas, de los cuentos, de la medicina tradicional,
del matriarcado, del patriarcado, del culto a Dios y a los dioses, del uso de
la lenguas, del reconocimiento de rutas, de los tejidos, de la crianza de los
hijos, en fin, de lo que encierra el churo cósmico –en la unión de los pares opuestos-
dieron la pauta para la experimentación de una nueva forma de vida en
Latinoamérica, legado que ha trasgredido generación tras generación, con
diversas atmósferas dentro del curso de la vida latinoamericana…
“La
vida como un gran escenario, salimos del útero materno como entre bambalinas y nos
exponemos al pánico escénico del mundo exterior, el primer aplauso una palmada
que nos propina el médico, y ahí se inicia la actuación con lágrimas o risas.
En cada momento estamos revestidos de circunstancias, hacemos el “manual” para
convertirnos en el profesor o en el ciudadano, nos revestimos de acrobáticas
presencias. Danzamos al lado de la precariedad, muchas veces hacemos maromas
con nuestros pírricos y sustentos, parecemos funámbulos en la cuerda floja del
destino y nos atrevemos a mirar abismos, a embellecer los sueños aún en el
vértigo, somos el clown que sale vestido de multicolores fiestas, salimos a
provocar la risa en medio de las más serias situaciones”.6
Entonces, es claro que la experiencialidad se convierte en
el fundamento para introducirse al
conocimiento de los signos y símbolos protuberantes en cada artesanía,
narración, suspiro, degustación, admiración, degradación, sonrisa, duda,
armonía, baile, cantar, refrán y verso, propio del manejo de los sentidos y las
significancias que son situaciones del estudio semiótico (semiológico) desde el
cual, toda lectura participa dentro de los imaginarios colectivos en su uso. Mientras tanto, el lenguaje total donde el ethos cultural se expande y se infinitiza, se convierte en la entrada al universo literario, tal y como pasa
en el Aleph de Jorge Luis Borges, donde en
un punto convergen todos los puntos.
Por su parte, la
clarificación del imaginario colectivo se mediatiza en el uso del lenguaje
verbal, donde las cosas se transmutan en la oralidad y cada palabra naciente en
los sonidos acústicos (fonemas) se convierte en una maravilla creadora, revela con
veracidad la descripción de la cotidianidad. Lo anterior se valida, por cuanto:
“la verdad es que los grandes textos que hemos heredado escrituralmente
proceden de la oralidad. Ejemplos tenemos muchos. La Biblia, escrita a lo largo
de 1.200 años. ¿Será efectivamente el autor o relator final de la Iliada y la
Odisea? ¿Tendrá la Canción de Rolando un autor o relator final?”.7
Ante todo, lo único cierto es que
estos textos hacen parte de la historia literaria en diferentes partes del
mundo, hasta tal punto de convertirse en patrimonios de la humanidad bajo la
connotación de literatura universal. Pero, su esencia, su punto de partida para
consolidarse en lo que son hoy. Se encuentra en las voces de los pobladores, de
quienes heredaron de boca en boca todo el suplemento conceptual y descriptivo; complemento
capaz de solidificar imágenes de héroes, de quienes batallaron y se
convirtieron en ídolos, en semidioses y dioses de la lucha por la verdad,
dejando al descubierto la cultura y la forma de pensar su futuro.
Así, nace el mito, encendiéndose desde los adentros de la
oralidad porque el abanico de la posibilidad está latente, es “una respuesta a
las necesidades de conocimiento por parte del grupo. Esta necesidad de tipo etiológica
requiere comprender su origen, su orgánica, por cuanto categoriza las
relaciones entre los miembros del grupo, y entre éste y el ecosistema”.8
De esa manera, después de la lectura sigue la oralidad y
con ella, todo un constructo imaginario
colectivo, donde el contar se hace con palabras. De la misma forma, como lo planteaba
Austin (1955) dándole el verdadero valor a la lengua, a descubrir significados
en el uso, y no solamente dentro de planos
teóricos que a veces se quedan cortos a
la hora de enunciar y catalogar unas palabras como palabras. A veces solo basta
la experimentación con ellas, en conjunto, para armar todo el macrocosmos de la
diversidad, el cual no está muy alejado de lo que opina Wittgenstein en el
“Tractatus Lógico-Philosóphicus” (1914-1916), en donde el significado de una
palabra está ratificado en el uso, en su uso, bajo la comprensión de todos.
Por ello, la
experiencia es llamada hacia la narrativa, porque está íntimamente
ligada al conocimiento ancestral y que a su vez, este se traduce a la escritura
de la memoria dentro de una reflexión y un carisma perpetuador, en la que
sobresalen aspectos que diferencian a una cultura de otra; pero, siempre
respetando y comprendiendo que los imaginarios son similares y diferentes al
tiempo. Somos el texto oral que nos contamos y que nos cuentan, un relato
inacabado que nunca puede terminarse.
En la oralidad se determinan el valor de la lengua porque existe
un contacto dinamizante con el otro, donde poco a poco se van tejiendo o
cosiendo narraciones, las cuales no paran y se reducen, sino más bien se
expanden y se transmutan en una alto grado;
pues si hablo y organizo las ideas sobre una temática y las vuelvo a
reorganizar, utilizo más palabras que aumentan el discurso imaginado. Por ello,
“la tradición oral, es la principal fuente histórica”9 y expansiva en todo
organismo social. Por eso:
“Piensan
los poderosos que el mundo es infinito. Asumen con desdén el futuro. Dejan sus
hijos con dinero y poder, con ello bien pueden comprar todas las cosas, pero el
disfrute de la vida cotidiana, no tiene precio. Ver a los niños y niñas del
grupo Herederos del Planeta es reconocer el valor de ser padre y la alegría de
ser hijo. Estos cuidan lo que les pertenece a sus futuros hijos, aquellos
protegen hoy lo que pertenece al futuro”10.
Un futuro que casi arranca donde
termina el presente, en el trajinar de los días y de la horas que marcan la
pauta de cada imaginario, de cada vida en su microcosmos. Pero a la vez, ansioso
de dejar un rastro, una huella, una imagen de lo que pasó en su cultura, y es
ahí, cuando nace la importancia de la escritura literaria como un signo de
reconstrucción de la historia. Girando alrededor de las narraciones que
necesitan escribirse, porque no hay únicamente una historia, sino que ésta,
navega entre la multidisciplinariedad, entre lo diverso que es contar desde lo
escrito, con sonidos metafóricos y disimiles, en todo caso: “mundos posibles”,
en ocasiones más tortuosos e indescifrables, pero con un horizonte
conversacional, como ocurre en el discurso del maestro Silvio Sánchez Fajardo
(2010).
Esa literatura que condensa lo que
en un principio fue oral, se propone como una alternativa, una razón de cambio,
de hacer perdurar en la memoria de los pueblos sus referentes de vida, costumbres,
razones y objetivos de las funciones que se desarrollaron. Sin embargo,
necesitan mantenerse vigentes con las citas y el retorno al texto, al awasca (al
tejido). Es por eso, que la literatura -que viene de littera y significa letra-
es donde la memoria se guarda, se reconstruyen, se re-inventa, se re-crea, se
re-piensa. Ahí, lo cotidiano tiene trascendencia porque la palabra escrita
¡Tiene poder!, no un estado dañino sino un estado de libertad y recuerdo.
Así, al llegar a una reflexión
profunda del caso, hasta el momento se han enunciado los dos elementos
importantes del lenguaje verbal: la oralidad y sus repercusiones y la escritura
bajo su razón literaria. Entorno a ellos, han existido y seguirán existiendo
debates inmensurables, los cuales dejan entrever una problemática cultural,
resaltando siempre el papel de importancia de una sobre la otra.
En todo caso, la conclusión que se
rescata es que ninguno de los dos estados (oral y letra) son más importantes,
sino que en los dos recae la tarea de complementarse para seguir reconstruyendo
los imaginarios colectivos, pasando de la conversación a la re-creación escrita.
En palabras de Diana Carolina Toro (2010) este punto será visto como “la
interrelación entre la escritura y la oralidad, se observa un subtipo de forma
literaria, intermediario entre ambos medios, que ha sido apreciado como
etnoliteratura o etnotexto”.11
¿Qué se puede afirmar
sobre la Etnoliteratura? A raíz de toda esa problemática, ya se puede
establecer como en Latinoamérica nace un nuevo proceso que rescata lo oral y lo
literario, denominándose como Etnoliteratura, que busca “arrancarle al viento
la memoria de las cosas (…) es una crónica que recoge los textos que no han
podido destruir el viento, ni el fuego, ni el recuerdo, porque tejen la
historia que se mira en el espejo de la palabra, del mito, del canto, de la
piedra, del gesto, de la danza, del rito. El que hacer de la Etnoliteratura
pretende aproximarse a las raíces de los pueblos para encontrar aquello que
defina y explique nuestro estar en el mundo”.12
En la Etnoliteratura, estarán
presentes todos los campos del saber, de allí, radica su designación como heterogénea,
todos pueden hacer investigación etnoliteraria, desde el artista plástico hasta
el escritor, el médico, el ingeniero, todos pueden aportarle a la resignficación
de palabra oral y literaria. Por cuanto, “los estudios literarios colombianos
están requiriendo de manera casi urgente un análisis de estas formas artísticas
orales. Analizar los relatos orales desde una perspectiva estética, a partir de
sus especificidades y de su contexto de creación, es decir, de la relevancia
que tienen para la comunidad que los produce como preservadores de la memoria
cultural”.13
En este punto, cabe resaltar que dentro
del Sur Occidente Colombiano se han adelantado construcciones teóricas sólidas
que le permiten a la Etnoliteratura seguir creciendo como ciencia en permanente
reflexión. En este Sur perteneciente a Aurelio Arturo (Morada al Sur), y que
Silvio Sánchez lo dignifica cuando dice:
“En
nuestro caso, somos y estamos en el sur en donde lo mágico apoya la vida. Este
sur de Colombia que por tener límites con varios infinitos, finalmente es mundo sur. Sus humedales, sus montañas,
sus ríos, los fantasmas que danzan en las madrugadas, los rostros sinfónicos,
las lunas encantadas y las ausencias como presencia; todo, todo es bello”.14
Alrededor del Sur-occidente se encuentra la Universidad de
Nariño, que mediante duros debates y procesos críticos bajo la participación
de personajes como Bruno Mazolddi, Jame Guerrero, Silvio Sánchez Fajardo, Dumer
Mamián, Jairo Rodríguez, Clara Inés Zúñiga, entre otros intelectuales,
repensaron la labor de la literatura en la región Sur. Por eso, mediante el
Acuerdo 243 de diciembre 17 de 1987, la Maestría en Etnoliteratura se consideró como un
elemento importante dentro de los estudios de postgrado en la región Paramazónica (Nariño, Putumayo y Amazonas). Clarificando bajo la idea de “para ser universal, hay que conocer la aldea”
(Tolstoi). Conocer los ancestros, la razón colectiva, la experiencia hecha
literatura, de un mundo totalmente mestizo, donde el blanco, el negro y el
indígena dieron lugar a nuestra dinámica de vida.
Por ejemplo, esto lo podemos
apreciar en el Carnaval de Negros y Blancos que en el 2010 fue Declarado como
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En el cual, están latentes los
imaginarios de la conversación y la literatura, que nos permitirá realzarlos y
valorarlos en su uso.
En la actualidad, ya vemos que esos esfuerzos por valorar lo
propio, lo diverso han dado frutos. Debido a que cada día están naciendo más
reconstrucciones de la memoria colectiva que demarca el territorio, veamos por
ejemplo:
"Cuando
yo era pequeña creía que las chalinas eran tan pesadas que mi abuelita se
cansaba mucho cuando usaba una de ellas. Pasaron los años y al crecer me di
cuenta que efectivamente la chalina si pesaba toneladas, porque cada hebra se
llenaba de la paciencia y ternura de la pequeña mujer que la llevaba puesta. Es
que Mamita Señora era una mujer menuda, no medía más de 1.50 de estatura, pero
sus historias alcanzaban la cumbre de lo infinito, por la sencillez de sus
palabras y la dulzura de su voz al momento de contarlas.
Nunca
quiso decirme como se enamoró de mi abuelo, cuando le preguntaba de su noviazgo
o de su matrimonio, ella muy elegante comenzaba a recordar sus largas caminatas
hasta llegar al Chorro, lugar donde se llenaban de agua los puros, porque esa era
la única manera de tener agua en casa.
Gracias
a sus historias aprendí que era necesario caminar largo largo, para llegar a la
Iglesia del pueblo y escuchar la misa. Un día me dijo que la visita al
Santuario de las Lajas era un viaje esperado por todas las muchachas de su
tiempo, para este paseo se preparaba el avío, compuesto de papas y yucas al
vapor, choclos y cuy asados, sin olvidar nunca el ají. Mamita Señora decía que
todo el avío se envolvía en hojas de plátano, porque así llegaba tibiecito y con
rico olor a campo.
Siempre
amorosa, solía acompañar sus relatos con pan de suelo y una taza de café, muy
caliente. Nosotros, soplando soplando, nos tomábamos todo el café, porque
sabíamos que luego nos iba a dar pirulís y galletas en forma de animalitos, de
esas que compraba en el mercado del Potrerillo. Fue muy bonito escuchar tantos
pasajes de la vida de Mamita Señora, sobre todo porque mientras la
escuchábamos, nos gustaba jugar en la mecedora y corretear por toda la cocina a
los cuyes pequeños, a los cuyes malticos como decía ella. La abuelita muy
paciente nos dejaba jugar, al pasar por su lado nos acariciaba el cabello y
sonreía complacida.
Mamita
Señora ya no está, se fue a una caminata, cerca de las Lajas, más allá de la
vertiente del Chorro, de este paseo muchos dicen que ya no se regresa…La
extraño mucho… Ahora únicamente me acompaña una de sus chalinas, grande, color
ocre con una franja azul, ideal para el clima de mi tierra natal…También ideal
para este clima de nostalgia que experimenta mi corazón cuando la recuerdo.
Abrazo su chalina y todavía encuentro en ella las miguitas de felicidad que
caían de sus ojos cada vez que me miraba.
-La
bendición Mamita Señora
-El
Señor la bendiga mijita”.
En este texto de
Dayra Galeano Palacios (2011), podemos clarificar esa razón de la compenetración de la oralidad
y la literatura, en lo que se denomina como oralitura, uniendo los imaginarios
y urdiéndolos de la tulpa al papel, en una prueba con el tacto y las imágenes
sociales.
Finalmente, en todo este recuento
quedan muchas situaciones por plantear y muchas hipótesis por definir, pero una
alternativa para seguir consolidando y rememorando todo el macrocosmos de la
oralidad y la escritura, en toda su expansión es la Etnoliteratura Expandida, donde caben todos las acciones
narrativas orales, sus implicaciones escriturales y donde el mito, la leyenda y
el cuento se siguen rememorando como procesos partícipes de toda nuestra
heterogeneidad cultural.
NOTAS Y CITAS BIBLIOGRÁFICAS
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de Primer Semestre de Maestría en Etnoliteratura.
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Estudios Sociales Argentino). [En Línea: http://gemini.udistrital.edu.co/comunidad/grupos/lenidencultura/revista/revista%20enunciacion%20113%20sc/ENUNCIACI%D3N.8%20(TERM)/ARTICULOS/MALAVER%20RODRIGUEZ%20RODRIGO.pdf]
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SÁNCHEZ FAJARDO, Silvio (2010)… Y ahora preguntemos a los recuerdos. Editorial
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