DAYRA GALEANO PALACIOS
FLOREZADAS
Una bella dama paseaba callada,
por el parque tibio, la tarde soleada.
-¿Qué buscas hermosa dama
caminando por la plaza?-
-Busco una banca tallada
con flores, suspiros y hadas-
-Pero las bancas del parque,
perdone, no están talladas-
-Claro que si caballero,
mire esa banca adornada-
-Lo siento linda señora,
usted está muy equivocada.
Esta banca, como todas,
en el centro de la plaza
sirve de lecho a los duendes,
también aloja a las hadas.
¡Esto no es talla en madera!
Es suave sombra dorada
de un hada que aquí durmió
esperando su llegada.
-Dígame buen caballero
¿Y por qué ella me esperaba?-
-Porque aquella que pasea
por el parque Florezadas,
es la reina de las flores,
es la diosa de las hadas-
(Las flores que aquí se siembran
parecen lunas doradas
y donde se alzaban pétalos
ahora se posan alas)
AMIGOS
Seré sólo tu amiga
y tus pasos cansados
dormirán en mi canto.
Serás sólo mi amigo
y mis lágrimas dulces
buscarán tu calor.
Seremos sólo amigos,
para estar, ahí, presentes
en cada gota de vida
que nos regale la muerte.
PRINCESA BLANCA
Despierta y sueña
mi ángel de luna,
Princesa blanca,
canción de cuna.
Vuela sin prisa…
Vuela tan lejos
que no te alcance
el cielo inmenso
que yo te doy.
Vuela sin prisa…
SOFÍA
Hoy aquí sin tiempo,
mirándote, cantando.
Pequeña, ven a mí
juguemos con el viento.
Mis manos casi tuyas
guitarras son de ensueño,
recrean estas letras,
eterna melodía.
Yo beso tus mejillas
rosadas como fresas,
en ellas se dibujan
la vida y la ternura.
Despacio
hoy te miro,
tu alma,
tú,
tus besos
y en silencio mi destino
acercándose a tu nombre.
EN TI CARMELA
Si la providencia me permite
elegir el lugar donde quisiera morir.
Yo elijo –sin una sombra de duda-
morir en tus ojos mi Carmela.
Y si aún la providencia lo autoriza
moriré en tu pelo blanco, con sus trenzas
que albergan humo y tiempo.
Descansaré en tus pechos
que amamantaron fortalezas.
Te abrazaré…
Al llegar aquel instante inevitable
donde se borra el miedo y la tristeza,
yo besaré tus manos de verbena.
En ti Carmela…En ti Carmela.
SECRETO
No sabes cómo te quiero,
no sabes cómo te extraño,
tú sólo te vas corriendo
de mis labios…Sin besarlos.
Y donde empieza la ausencia
nace mi canto llorando.
(Llorando por los amores
que dejas sin despertarlos)
UN GRAN JARDÍN
Escribo tu nombre en la tierra,
quiero saber si en primavera
brotan, cantando, las violetas.
Con cada letra de tu nombre
siembro una flor brillante y nueva.
Y cuando llegue al fin la luna
seguro habrá frente a mis ojos
un gran jardín, tímido y frágil…
Allí pasea la nostalgia.
LIMITADO VISUAL
Baila el cielo en mis manos.
¿Tú no deseas volar?
Revelan secretos mis labios.
¿Quién dijo, curiosidad?
Muestran cien mundos mis ojos.
¿Tu alma sabe mirar?
ALIENTO
Cuando digo adiós
el tiempo tortura, duele.
Si pronuncio olvido
el reloj lanza pausadas carcajadas.
Hoy intenté repetir tu nombre,
acompañado por olvido, ausencia o adiós …
Entonces apareció él, despedazó el reloj,
sacó a la soledad por la ventana y
me regaló la estrella,
aquella que escondía su intenso aliento de hombre.
DESCALZA
Paseaba coqueta,
despacio paseaba.
Cantando soltó mil potros
que en su cabellera pastaban.
Ya abandona con disimulo
las zapatillas de su encanto.
Descalza inventa los sueños,
mientras él juega a besarla.
Para ella todos los astros,
para él la estrella enana.
Para ella girasoles,
para él su flor deseada.
¿Y qué le dijo el deseo
a la boca enamorada?
-El cielo es de los amantes
cuando la luna se esconde-
QUIERO TANTAS COSAS
Dicen que el amor -el verdadero amor-
lo da todo sin pedir nada a cambio…
¡Qué extraño, yo quiero tantas cosas!
Únicamente para dibujar la tarde,
te pido me regales
la tierra verde de tus manos,
el agua fresca de tus ojos
y el olor a níspero maduro
que percibo en tu palabra.
CARMELITA ENAMORADA
Danzaba la lluvia un día,
muy cerca de la quebrada
y la inocente Carmela
cantaba mientras lavaba.
Lavaba y entre la espuma
su cuerpo blanco, bañaba.
Restregaba dos vestidos,
un pañolón, dos enaguas.
Pero un duende, muy alegre,
a Carmela acorralaba,
haciendo que se encamine
muy lejos apresurada.
La mujer corre desnuda
y no enjuagó las enaguas,
el río se lleva la espuma,
baila el jabón por las aguas.
El duende alcanza a Carmela
y la tiene ahora atrapada,
en una casa muy vieja
de barro y techo de paja.
Esta inocente chiquilla
que lavaba en la quebrada,
ahora vive con el duende.
¡Y está tan enamorada!
Su madre llora ¡Ay Carmela!
Su padre afilando el hacha
para salir a buscarla,
no vuelve sin la muchacha.
El taita la busca mucho,
su mamacita la extraña,
un curandero la busca y
el cura reza por su alma.
MARUJITA YA NO LLORES
I
Marujita una chiquilla
de su casa no salía,
con su mama iba a la misa,
velas blancas encendía.
Muchos hombres la pretenden
y ella tan enojada,
con el palo de la escoba
a toditos espantaba.
Pero le ha llegado el día
a Maruja, tan bonita,
con un hombre de otro pueblo
que llegó de mañanita.
Toda la gente comenta
de la llegada del joven,
rumoran que tiene plata,
que no le faltan amores.
Los ojos de Marujita
brillan tan enamorados,
que su mama y las amigas
ya mucho se han preocupado.
Serenata, coplas, flores
a Maruja le ha llevado ,
y esta chiquilla suspira
por galán enamorado.
II
Marujita, no confíes
en ruana, flor y sombreros,
mira que tú no conoces
ni el nombre de sus abuelos.
Marujita, no suspires
por esos versos con tiple,
mira que no estás segura
a cuántas se los repite.
Marujita, no le creas
para que después no llores.
Mira que se irá del pueblo
y olvidará tus amores.
III
¿Marujita, qué ha pasado,
pero respóndeme algo?
¡No me digas que ese hombre
ya mismito se ha marchado!
¡Que se ha marchado con otra.
Cómo pudo el condenado
jugar con tus ilusiones,
que hombre pa` desgraciado!
Ves Maruja que los hombres
a todas quieren tener,
miran unas, luego otras
y locos se han de volver.
Espera no más Maruja
que luego regresará
solito y arrepentido
y ese día hasta lloverá.
Mejor para ti, Maruja
el estar feliz, cantando,
con aquel Manuel Rosero
que por ti está suspirando.
LA CHALINA DE MAMITA SEÑORA
Cuando yo era pequeña creía que las chalinas eran tan pesadas que mi abuelita se cansaba mucho cuando usaba una de ellas. Pasaron los años y al crecer me di cuenta que efectivamente la chalina si pesaba toneladas, porque cada hebra se llenaba de la paciencia y ternura de la pequeña mujer que la llevaba puesta. Es que Mamita Señora era una mujer menuda, no medía más de 1.50 de estatura, pero sus historias alcanzaban la cumbre de lo infinito, por la sencillez de sus palabras y la dulzura de su voz al momento de contarlas.
Nunca quiso decirme como se enamoró de mi abuelo, cuando le preguntaba de su noviazgo o de su matrimonio, ella muy elegante comenzaba a recordar sus largas caminatas hasta llegar al Chorro, lugar donde se llenaban de agua los puros, porque esa era la única manera de tener agua en casa.
Gracias a sus historias aprendí que era necesario caminar largo largo, para llegar a la Iglesia del pueblo y escuchar la misa. Un día me dijo que la visita al Santuario de las Lajas era un viaje esperado por todas las muchachas de su tiempo, para este paseo se preparaba el avío, compuesto de papas y yucas al vapor, choclos y cuy asados, sin olvidar nunca el ají. Mamita Señora decía que todo el avío se envolvía en hojas de plátano, porque así llegaba tibiecito y con rico olor a campo.
Siempre amorosa, solía acompañar sus relatos con pan de suelo y una taza de café, muy caliente. Nosotros, soplando soplando, nos tomábamos todo el café, porque sabíamos que luego nos iba a dar pirulís y galletas en forma de animalitos, de esas que compraba en el mercado del Potrerillo. Fue muy bonito escuchar tantos pasajes de la vida de Mamita Señora, sobre todo porque mientras la escuchábamos, nos gustaba jugar en la mecedora y corretear por toda la cocina a los cuyes pequeños, a los cuyes malticos como decía ella. La abuelita muy paciente nos dejaba jugar, al pasar por su lado nos acariciaba el cabello y sonreía complacida.
Mamita Señora ya no está, se fue a una caminata, cerca de las Lajas, más allá de la vertiente del Chorro, de este paseo muchos dicen que ya no se regresa…!Cómo la extraño!… Ahora únicamente me acompaña una de sus chalinas, grande, color ocre con una franja azul, ideal para el clima de mi tierra natal…También ideal para este clima de nostalgia que experimenta mi corazón cuando la recuerdo. Abrazo su chalina y todavía encuentro en ella las miguitas de felicidad que caían de sus ojos cada vez que me miraba.
-La bendición Mamita Señora
-El Señor la bendiga mijita
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| Alexis uscátegui y Dayra Galeano | |
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| Maria Isola Salazar y Dayra Galeano |
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FOTOGRAFÍA 4. Atardecer del Sur
